lunes, 24 de noviembre de 2014

Crónica: Mangafest 2014, un evento para recordar


Este fin de semana se ha celebrado la tercera edición del Mangafest, un festival de videojuegos y cultura japonesa celebrado en la ciudad en donde resido actualmente por mis estudios, Sevilla. Desde que se inauguró, allá por diciembre de 2012, nunca me ha defraudado, es más, se convirtió a partir de ese mismo año en uno de los mejores salones del manga de Andalucía, superando con creces al de Jerez, el cual no me agradó demasiado en mi primera visita (y me temo que última) el año pasado. Sin embargo, mi opinión sobre el Mangafest cambió radicalmente el sábado, 22 de noviembre, con un incidente que está dando mucho que hablar y que todavía sigue siendo tema del momento y que, me imagino, muchos de vosotros ya conoceréis de sobra. Así que, para no hablar más de lo mismo, daré mi opinión mucho más desarrollada que cuando la di en Twitter, por si hay alguien que necesita compartirla o quiera dar algún juicio diferente.

Como muchos sabéis, Mangafest se lleva celebrando en las mismas fechas desde el año pasado, cambiándose dicho fin de semana dos semanas antes que el puente de la Constitución, fecha en la que fue celebrado la primera edición del evento. Dicho fin de semana comprende el viernes, único día en el que se pueden apreciar diferencias notables en la celebración del evento, con una pobre programación, abriendo sus entradas a partir de las 16:00 horas y otorgando a aquellos asistentes que llevasen cosplay la entrada gratis al festival. Por otro lado, y como es obvio, la diferencia más clara es la asistencia de visitantes, siendo esta menor respecto a los otros días, ya que se trata de un día mucho más laborable que los siguientes y notoriamente no todos estos visitantes —mayormente jóvenes— pueden permitirse asistir un día mucho más ajetreado que los de un fin de semana, y mucho menos aquellos que residen fuera de la ciudad.


En mi caso, yo tuve la oportunidad de entrar gratis al recinto, ya que fui con cosplay junto a mi novio. Fuimos sobre las 17-18 horas de la tarde, y entramos directamente al recinto pues no había cola ninguna. Luego, tras dejar varios objetos y ropa en consigna, fuimos dando un gran rodeo por un pasillo diferente a los dos que había (creo recordar) el año anterior hacia el pabellón en donde se celebraba este año el evento. No había mucha gente, pero tampoco poca (eso sí, mucha más afluencia que en años anteriores), por lo que las visitas a todos los stands fueron tranquilas y poco agobiantes. Muy poco que objetar, excepto la zona de videojuegos, muy vacía en relación a los años anteriores, ya que según vi apenas había stands de empresas importantes (Sony, Nintendo...) y lo que más la invadía era el stand de Monster (que no pintaba mucho, la verdad) y el de Cash Converters. Eso sí, me alegra que hayan puesto más stands de comida, muy necesarios en cualquier evento de este tipo. En fin, poco más, todo lo demás me pareció fenomenal, incluso noté la presencia de más stands de merchandising. Nos compramos unas cuantas cosas y nos hicimos fotos con algunas personas y nada, nos fuimos muy contentos ese día. Aunque no imaginábamos para nada lo que iba a suceder el sábado.

Llegó el esperado sábado, el día grande en todos los eventos de este tipo y, también, en el Mangafest. El día con la mejor programación (aunque muy mediocre a mi parecer, ya que en mi caso me hubiera gustado la presencia de personalidades más influyentes) y con la mayor asistencia de visitantes, muchos de ellos provenientes del resto de las provincias andaluzas y no solo eso, sino también de todos los lugares de España e incluso de fuera de ella (he escuchado de gente que algunos vinieron hasta de Alemania, muy fuerte). Una asistencia que el propio Mangafest no supo llevar como era debido y que desató un barullo tremendo dentro y, sobre todo, fuera del recinto.


Todo comenzó cuando, más o menos a partir de las 13-14 horas de la tarde, se congregó cada vez más y más personas en las entradas del recinto, sobre todo en la entrada principal. Justo en esas horas yo y mi pareja llegamos, y la sorpresa fue cada vez mayor, pues había tanta cantidad de personas y unas colas enormes en cualquiera de las puertas que no esperábamos para nada encontrar. Así que nos pusimos en la cola de las anticipadas, ya que las teníamos compradas justo unos días después de que se pusieran a la venta el mes pasado, y nada. Pasaban las horas y todo iba a peor. Apenas avanzamos diez pasos, y la cola no avanzaba nada. El aforo, según la organización del Mangafest, estaba completo, y no podía entrar nadie más.

Lo que se armó fue tremendo. Al paso de las horas el agobio aumentaba, y la gente se empezaba a agolpar y a juntar cada vez más y más, y el espacio vital se reducía. Gritos, abucheos e indignación se respiraban, aunque no sé qué hubiera sido de mí si no hubiera llegado la policía y se no se hubiera "resuelto" todo, porque tras más de dos horas de pie y sin apenas aire para respirar ya estaba a punto de desfallecer. No iba a entrar nadie más durante todo el día, y ni siquiera estar en las afueras del recinto, porque la policía empezó a echar poco a poco a todo el mundo para cerrar definitivamente las puertas. El Mangafest quedó suspendido, eso sí, de puertas para afuera. Dentro, según pude confirmar, seguía todo con normalidad.


Indignación. Mucha indignación. Un evento que para mí era uno de los mejores en torno al panorama andaluz y, también, fuera de él ha pasado a convertirse en uno de los peores gracias a la pésima organización del mismo. Todavía no se sabe con seguridad qué pudo pasar, si se vendieron más entradas de las previstas o fue culpa de la falta de civismo de los asistentes. Pero, sea lo que haya podido pasar, no hay que negar que el problema principal reside dentro de la organización y de una mala gestión, ya que, si se hubieran hecho las cosas de otra manera, mejor organizadas desde el minuto 1, incidentes así no hubieran pasado y llegada dicha fama incluso a grandes medios de comunicación.

Ahora toca esperar si nos devuelven (que espero que así sea) el importe de las entradas de alguna manera, pero eso sí, no nos podrán devolver la pérdida de tiempo y el mal rato que pasamos a las puertas del recinto, y mucho menos a aquellas personas que lo dieron todo para venir desde sitios lejanos con el fin de pasárselo bien y disfrutar algo que por culpa de unos pocos no pudieron.

No sé si a raíz de todo esto el Mangafest se seguirá celebrando a partir del año que viene; lo que sí tengo claro es que, se celebrara o no, no pisaré ningún evento que ya me haya timado y decepcionado porque no consiento que me engañen y me desilusionen una segunda vez.