martes, 2 de octubre de 2018

Análisis: Hyper Light Drifter: Special Edition


Seré sincero. En torno a docena de horas que he estado viajando a través de Hyper Light Drifter y los días de reflexión posteriores a superarlo, siento que no he terminado de aprehender todo lo que debería acerca de este universo tan misterioso. Más que nunca, hoy día los videojuegos han dado un enorme salto en cuanto a intencionalidad que el autor quiere tener con el receptor de los mismos, los jugadores. No solo son ya un mero objeto de diversión o con los que matar horas muertas de nuestras vidas. Los videojuegos son un trampolín idóneo para que su creador nos cuente una historia

Como cualquier otro arte, el autor impregna algo de sí mismo en su obra. Hyper Light Drifter es una gran metáfora de la vida del creador, Alex Preston, de la enfermedad y su superación, hecha videojuego. Desde que nació, Preston ha hecho frente a varios problemas de salud de los cuales ha salido luchando contra viento y marea. Esta incesante lucha es la que nos quiere contar aquí, en su versión para Nintendo Switch, que gracias al inmejorable trabajo del estudio barcelonés, Abylight Studios podemos disfrutar dónde, cómo y cuándo queramos.


Desde el primer momento se logra conectar con el jugador gracias a la impresionante escena introductoria en la que parece que la tierra que más tarde recorreremos y en la que tan plácidamente vivíamos ha sido atacada e infestada por unos seres de a saber qué lejano planeta. Nada más lejos de la realidad. 

Poco tiempo transcurre hasta que vemos que nuestro protagonista, el drifter, padece de una enfermedad que, sin tapujos, muestra en todo su esplendor pixel-art cómo tose sangre y cómo se retuerce de dolor a cada esquina momentos previos a plantarle cara a un auténtico coloso que emerge entre unas montañas. Y, por si lo visual no fuera suficiente, a nivel sensitivo gracias a la vibración HD de los mandos de la consola podemos sentir dicho pesar, añadiendo una capa extra de sensorialidad.


En esta búsqueda de una cura a nuestra mortal enfermedad, nuestro objetivo será acudir a cada uno de los puntos cardinales para derrotar a los enemigos que se interponen entre nosotros y nuestro objetivo. Para ello el propio mapeado, en ocasiones de difícil interpretación, nos irá indicando el camino a seguir ya que, tras un primer momento en el que pensé que tendríamos libertad para elegir el orden al que nos podíamos dirigir, observaremos cómo unas piedras con flechas nos frenan nuestro avance. Esas flechas indican el punto cardinal que deberemos superar previamente si queremos desbloquearlas del camino.

Viajar por el universo de Hyper Light Drifter es una auténtica delicia visual ya que la obra presenta, sin duda, uno de los mejores y más refinados pixel-art que he visto hasta la fecha. El juego invita a perderse investigando y visitando todos y cada uno de sus entresijos. Es imposible no traer a colación una de sus grandes inspiraciones, The Legend of Zelda, porque me he sentido como cuando era un crío y disfrutaba divagando por el mundo de A Link to the Past. También este viaje es uno lleno de soledad. El drifter está solo junto a su enfermedad, sentimiento que se traduce en la escasez de personajes con los que podemos interactuar, ya que los diálogos son un mito en esta obra y lo más que llegaremos a visualizar son una serie de imágenes para que interpretemos la situación que nos quiere transmitir el personaje en concreto.


Esta delicia visual que menciono, aderezada por una sutil banda sonora que acompaña sin querer ser la protagonista, es algo que se traslada de igual manera a las innumerables batallas contra enemigos, más o menos comunes, a las que tendremos que hacer frente para abrirnos paso hasta el jefe final de cada mazmorra. Y, creedme, no es nada fácil. Es por ello que me resulta interesante mencionar que cada enemigo dispone de su barra de vitalidad. No solo el guardián de cada punto cardinal —como a mí me gusta llamarles— si no de los enemigos que pueblan cada una de las áreas a las que iremos, pudiendo medir perfectamente los tiempos a la hora de atacarles, esquivar o cubrirnos antes de asestar nuestro siguiente golpe.

El sistema de combate, ágil y adictivo, me ha maravillado. La obra plantea un gran reto que se antoja justo pero con una curva de dificultad deliciosamente trabajada y que recompensa al jugador debidamente si este es perseverante y tenaz en su cometido. Morir es una constante y más aún con las criaturas que regentan cada uno de los puntos cardinales del mapa. Si bien, cada fracaso nos sirve para levantarnos del suelo y demostrar que aún seguimos aquí, al pie del cañón, y que no vamos a tirar la toalla. Que la cobardía no es una opción

De cada intento en mi objetivo por derrotar a cada uno de estos grandes enemigos, que realmente imponen, iba aprendiendo más y más acerca de ellos: sus movimientos, sus erráticos patrones, sus ataques... Para más, no podía mantenerme en la retaguardia y lanzar ataques a distancia, porque los mismos no son eternos. Estos poseen una barra que se carga tras propinar un buen puñado de golpes con nuestra espada a los enemigos. El juego nos obliga a que seamos valientes y calculadores si es que queremos salir airosos. 

No han sido pocas las veces que he perecido en el campo de batalla —obtener el logro de superar el juego sin morir ni una vez lo dejo para otra ocasión—, pero tantas o más han sido las veces que me he levantado y he vuelto para plantarle cara. Si algo ha ayudado a que esas ganas por superar el desafío crecieran en cada intento que fallaba se trata del autoguardado que se realizaba a las puertas del monstruo. Esto denota una clara filosofía del estudio por aportar ese reto difícil pero justo con el jugador que hacía mención líneas atrás.


Y para ello, además, el drifter ofrece un abanico de equipo —como nuestra espada, bombas o armas que nos brindaban ataque a distancia— y habilidades, que nos brinda la posibilidad de desplazarnos a base de dash. Todo ello se podía mejorar gracias a una suerte de baterías amarillas que conforma un útil coleccionable del juego y que podremos emplear, según la mejora a aplicar, en las casas de la ciudad central. 

Por supuesto, el orden a la hora de mejorar cada uno de los apartados del personaje queda libre a elección del jugador y ello hace que quede relegado a una mera opción más para el combate en lugar de ser una necesidad. Pese su carácter prescriptivo y no facultativo, he encontrado determinadas habilidades vitales para superar sin sudar la gota gorda determinados escenarios. Por lo que recomiendo echar un vistazo a todas las posibles mejoras y analizar, aunque sea de forma somera, el área a explorar antes de invertir las preciadas baterías amarillas.

Como menciono al comienzo del texto, el trabajo realizado por Abylight Studios, encargados de trasladar esta obra a Nintendo Switch, versión que analizo, es simplemente soberbio. Las 60 imágenes por segundo son una constante casi siempre. Ese casi lo constituyen determinados momentos, muy contados, en los que la pantalla se colma de ataques y enemigos. Pero no es nada que llegue a ensuciar la pulcra experiencia que he tenido mientras jugaba. Además esta versión para la híbrida añade algunos contenidos extra inéditos en el resto de versiones del juego: dos armas más —el Crystal Shot y el Blade Caster— que para hacerse con ellas deberemos superar el nuevo desafío también inédito en esta versión, el Tower Climb, brindándonos así con más horas que exprimirle a la obra con nuevos escenarios y terribles enemigos que derrotar.


A día de hoy Nintendo Switch carece de un sistema de logros o trofeos como podemos ver en las consolas de Sony o Microsoft. Ello no priva para que el juego disponga de un sistema interno de logros que hará que aquellos jugadores con alma de completistas no lo dejen escapar. Y en esta empresa tendremos a nuestra disposición un traje especial que nos ayudará a localizar el contenido oculto del juego, especialmente unas llaves que necesitaremos para desbloquear varias puertas como las que hay distribuidas en la ciudad central. Es una opción más que no priva a aquellos que quieran romperse la cabeza buscándolas pero ayuda a los que no tienen tanta paciencia a desistir del juego por una dificultad artificial ahí colocada. Abylight Studios ha impreso su amor en el título de Heart Machine y es algo que brilla por sí solo. Es imposible no acordarnos del impecable trabajo realizado con Maldita Castilla EX, para Nintendo 3DS.

Así que sí, seré sincero: aún no he terminado de aprehender todo lo que debería acerca de Hyper Light Drifter. Pero si algo me ha dejado claro es que, pese a las incontables dificultades que la vida pretenda colocarnos, tirar la toalla nunca es una opción. Y es que ya lo dijo el inventor de la bombilla: el fracaso consiste en no persistir, en desanimarse después de un error, en no levantarse después de caer.


Lo mejor:
  • Delicia visual hecha pixel-art.
  • Sistema de combate ágil y adictivo.
  • Ofrece un reto justo.
  • El trabajo de Abylight Studios brilla por sí solo.
  • La vibración HD ofrece una capa extra de sensorialidad. 

Lo peor:
  • Mapa, en ocasiones, difícil de entender.
  • Bajadas puntuales de fps.


Nota: 9/10.

Análisis realizado por Fran del Rosal. Copia facilitada por Abylight Studios.
FICHA TÉCNICA
Nombre: Hyper Light Drifter: Special Edition
Género: Acción, Aventura, Rol (RPG)
Desarrollador: Heart Machine
Distribuidor: Abylight Studios
Jugadores: 1-2
Precio: 19.99€
Formato: Descarga digital Nintendo Switch (eShop)
Lanzamiento: 06/09/2018