lunes, 28 de agosto de 2017

Análisis: Vaccine


Inquietud. Tensión. Miedo. Estas son varias de las sensaciones que uno busca cuando se pone manos a la obra con algún survival horror. Mi experiencia con los juegos de este corte comenzó desde bien pequeño con títulos como The House of the Dead y se ha extendido hasta hace escasos años con Amnesia: The Dark Descent u Outlast pero, a decir verdad, nunca ha sido mi género predilecto.

Todo en esta vida tiene un comienzo, y aunque los comienzos del género datan, que se sepa, de 1982 con Haunted House en la Atari 2600, no fue hasta los años 90 cuando dos obras sobresalieron y asentaron las bases del subgénero que hoy conocemos: Capcom con Resident Evil y Konami con Silent Hill. Mucho ha llovido desde entonces, aunque ese no es el tema que ahora ocupa.

Rainy Night Creations, estudio indie español compuesto por tan solo una persona y conocido por el colorido plataformas FreezeME, es el encargado de Vaccine, la obra de la que vengo a hablaros y que se encuentra sumergida de lleno en las raíces del subgénero.


Construyendo la trama

Vaccine no se anda con rodeos a la hora de decirnos a qué hemos venido: nuestro compañero se ha infectado por un virus mortal y debemos encontrar una vacuna antes de que la cuenta atrás llegue a cero. Aunque nuestra misión real no es encontrar la vacuna sin más, ya que con ello apenas paliaremos los daños de nuestro compañero… treinta minutos más. Tendremos que adentrarnos en el meollo del asunto desvelando el misterio que encierra a la casa, en cuyo caso —al igual que cuando perdamos— se regenerará ofreciendo una nueva disposición de sus habitaciones.


A partir de aquí, el resto de la historia nos será contada a través de una serie de documentos con los que nos toparemos en los distintos habitáculos de la mansión y que nos ayudarán, y mucho, a sumergirnos mejor en ella ya que son un fenomenal hilo conductor para que el interés, más allá de encontrar la vacuna, no decaiga. Mundos paralelos, multiportales, agujeros de gusano y más son los principales elementos que configuran esta historia que encaja perfectamente en este universo y que ayuda a sostener la obra.

Esta manera de relatarnos la historia que tiene Vaccine, en la que en cada nueva partida será el propio jugador el que deberá reconstruirla e ir atando cabos, va en buena parte de la mano de la filosofía que ofrece el juego desde el minuto uno: la aleatoriedad. Comenzaremos eligiendo a uno de los dos personajes disponibles, los cuales se diferencian básicamente en que poseen un parámetro desarrollado más que otro.

Una vez comenzamos la partida podemos acceder al menú del personaje en cuestión, el cual nos servirá para útiles tareas como asignarnos el arma que queramos equiparnos —pistola, escopeta, el cuchillo con el que comenzaremos siempre…— así como subir nuestros parámetros en función de la experiencia que vayamos obteniendo de atacar a los muertos vivientes que se encuentran sitos en la mansión. 

Aunque no todos los enemigos que la habitan son peligrosos. Me ha parecido realmente interesante la inclusión de unos enemigos muy peculiares que muestran un comportamiento neutral ante el jugador. La existencia de estos seres crean en el jugador un pequeño dilema moral sobre si acabar con ellos para obtener experiencia fácil o dejarles vivir ya que, a fin de cuentas, ellos están ahí a su aire y no nos han hecho ningún daño. Quizás parezca algo absurdo, e incluso en las primeras partidas con Vaccine yo los aniquilaba pensando que irían a por mí hasta que, por sorpresa, me percaté de su comportamiento pacífico. Ese momento despertó en mí una sensación un tanto extraña que jamás pensé que me haría sentir este título y que no podía dejar pasar por alto comentarla: hizo que me sintiera mal por acabar con la vida de esas pequeñas almas atormentadas.

Pero en los oscuros, laberínticos e incluso claustrofóbicos habitáculos no solo nos toparemos con enemigos, ya que no serán pocos los objetos que habrá por ahí desperdigados como más munición para el arma —que tendremos que saber cuándo usarla ya que escasea—, repelentes gracias a los cuales los enemigos nos ignorarán durante un breve período de tiempo u otros objetos que aumentan durante un período de tiempo alguno de nuestros parámetros.


Con la experiencia que obtenemos, decidir mejorar una habilidad u otra no es algo baladí y hay que meditar bien, por ejemplo, si preferimos centrarnos en tener más resistencia ante los ataques rivales, más salud, o preferimos aumentar nuestra puntería de cara a obtener mejores resultados en el uso de las armas. Estos sutiles toques RPG ofrecen una experiencia táctica que favorece a Vaccine para desmarcarse sabiamente de sus principales inspiraciones.


Partida mala, partida buena: ensayo y error 

Cada nueva partida se sentirá muy diferente a la anterior, ya que el título juega con unas constantes y unas variables de manera muy inteligente. Siempre tendremos unas constantes como determinados objetos que aparecerán siempre en todas las partidas —como las armas y su munición— así como las distintas habitaciones que conforman la mansión en la que nos encontramos, aunque ello irá de la mano de una serie de variables, como el hecho de que la casa cambiará su configuración en cada nueva partida. Esto se debe a que cada partida está creada de manera procedural por lo que es un buen recurso para evitar caer en la monotonía cada vez que muramos en el intento —que no serán pocas veces—. Este carácter aleatorio de la obra hace que posea un punto de diferenciación claro y evidente con la obra de la que bebe, que no es otra que Resident Evil



Además de su banda sonora, con temas ambientales que ayudan a saborear mejor la atmósfera que trata de representarnos, si algo llama la atención de Vaccine es su aspecto gráfico. Muy alejado de los cánones de hoy día, abrazando más el estilo visto en los años 90. De hecho, el título bebe de los survival horror de antaño como ya he señalado, y acude a las raíces del subgénero para traernos varios de sus elementos más característicos como el hecho de mezclar el uso de la tercera persona con las cámaras fijas y que los personajes posean un control de movimiento de estilo tanque. Las cámaras fijas ayudan de manera muy acertada a aumentar la tensión que se respira en el ambiente ya que en más de una ocasión se orienta deliberadamente en sentido contrario al avance del personaje. Esto sin lugar a duchas choca sobremanera con lo que ofrece la industria hoy en día y es un punto a tener en cuenta de cara al potencial jugador al que está orientada la obra principalmente.

Es fácilmente criticable el hecho de ofrecer un cuadro de control tan añejo o sencillamente asumir que soy un manco ya que hace siglos que no toco un juego con un control tanque, pero hay que escarbar y llegar a núcleo de la obra, lo que en sí misma trata de ofrecernos, que no es otra cosa que un viaje al pasado movido por la nostalgia de su creador hacia Resident Evil.

Aquí con la luminosidad al máximo...

Algo curioso que ofrece Vaccine es que desde el menú de pausa podemos modificar la intensidad de luz que queremos tener en la partida, dejando en la mano del jugador si prefiere una experiencia más oscura y tensa o algo un poco más llevadero, que no fácil. Y de fácil o difícil vengo ahora a hablar. La curva de dificultad de la obra es un tanto peculiar. Esta filosofía de ensayo y error a la que se suma la aleatoriedad invade también este elemento. Según la suerte que tengamos encontrándonos los objetos más fundamentales de la partida, como son las armas, munición y botiquines, así nos irá en ella. No he notado una gran aglomeración de enemigos que me hayan ahogado, los mismos se disponen de manera muy repartida y homogénea por el conjunto de la casa.

... mientras que aquí, al mínimo. La experiencia no será la misma con una que con otra.

Vaccine ofrece una dificultad inteligente basada en su medida en la suerte. Es por ello que podemos pasar de hacer una partida de pena a hacer nuestra gran partida. Esto me recuerda irremediablemente a otros títulos donde la suerte juegan su papel como The Binding of Isaac. Un título en el que, al igual que este, en cada partida empiezas de cero y debes construir —en este caso, mejorar y equipar— a tu personaje con los objetos que te vas encontrando en los distintos suelos. Aquí Vaccine ofrece algo parecido salvando las más que obvias distancias.


Lo mejor:
  • Trae a la actualidad los orígenes del survival horror.
  • Historia por fascículos que complementa perfectamente al objetivo principal.
  • La casa modifica su configuración en cada nueva partida y evita la monotonía.
  • Diseño de niveles laberíntico y claustrofóbico.
  • Podemos modificar la intensidad de luz a la carta.
  • Crecimiento del personaje gracias al sistema de habilidades.

Lo peor:
  • Un cuadro de control que puede desesperar a los menos curtidos.
  • Un título, quizás, no apto para todos los públicos.

Con todo, Vaccine es un título necesario entre nosotros. Viene a traer las viejas mecánicas de antaño para recordarnos que aquí empezó el subgénero survival horror que conocemos hoy día. Cámaras fijas, control tanque, gráficos crudos, jugabilidad directa y ambiente de verdadera tensión. Vaccine es un survival horror de manual que hará las delicias de todos aquellos que crecieron rodeados de obras como Resident Evil o Alone in the Dark que no pueden dejarla escapar. Si bien, de su virtud nace su defecto y es que no es un juego apto para todos los públicos precisamente por sus viejas mecánicas a las que la industria no nos tiene ya tan acostumbrados. No obstante, es una magnífica puerta de entrada a los orígenes del género que comenzó a deslumbrar hace dos décadas.


Nota: 7.5/10.

Análisis realizado por Fran del Rosal (versión de Nintendo Switch). Copia facilitada por Ratalaika Games.
FICHA TÉCNICA
Nombre: Vaccine
Género: Acción, Aventura, Survival horror
Desarrollador: Rainy Night Creations
Distribuidor: Rainy Frog, Ratalaika Games
Jugadores: 1
Precio: 9.99€
Formato: Descarga digital Nintendo Switch (eShop)
Lanzamiento: 06/07/2017